Ningún término más certero que el de orgullo para definir el sentimiento albergado en el espíritu al finalizar una de las competiciones más duras que he conocido y vivido.

El día antes las previsiones eran de muchísimo viento y , pese a las sonrisas, la mueca forzada revela la tensión que ya sentíamos, y como nos iba invadiendo la resignación… pero también la convicción de los deportistas para no rendirse antes de tiempo.

300 valientes dispuestos a sumergirse en unas frías aguas que eran tan solo el preludio de una jornada de colosos.


Orgulloso, si, de que mis discípulos tuvieran la fuerza mental necesaria, inquebrantable, para superar el día más difícil de sus vidas deportivas. Y que al final, pudieran sonreir.

Orgulloso de contar con ellas, que pusieron todo de su parte para que nada faltara a los futuros finishers, y que me ayudaron en el largo día.

Gracias por vuestra entrega. Toda la emoción del día más duro condensada en un abrazo al cruzar la línea de meta.
Y después de todo, la satisfacción del deber cumplido.

Orgulloso de vosotros, finishers!!