Hacé 14 años, conocí Lanzarote, para mi entonces era la isla del Ironman. Simplemente; pero ya era mucho.

Nada más aterrizar,en aquellos días, comencé a entender lo que un compañero, ya entonces conocedor de la prueba y la Isla, me había dicho: «no te dejará indiferente: la odiarás, ó te enamorará». Y era cierto.

Para mi Lanzarote , ahora, no es solo ese lugar en el que se disputa una prueba deportiva que a tantos nos ha marcado. Lanzarote es un lugar irrepetible.

Aguas de un azul indescriptible, cielos inacabables.

Caminos que se pierden hacia casas de un blanco inmaculado.

Tierra de un color bellísimo, de un ocre ó rojizo cautivador.

Cada día es mágico, pero aún lo son más los atardeceres ó las noches.

Lanzarote: el triunfo de la vida frente a la desolación,por eso la existencia se siente allí plena, como en ningún otro sitio se puede percibir.