Sol, tranquilidad, calor por el día, un calor húmedo y a veces asfixiante, noches suaves de fresca brisa marina que invitaban al descanso.

Tras mi caída en bici de principios de julio y la fisura del radio, he comenzado a entrenar en estos  últimos días en el Sur de Gran Canaria.

Unos primeros entrenamientos cortos, tímidos, pero siempre el primer paso es el comienzo del camino. Y que mejor inicio que compartir pedaladas con Valentín por las tortuosas carreteras del sur.

Estos diez kilómetros de ascensión por las montañas que sustentan la reserva de Inagüa fueron una bella manera de volver a sentir dolor en los cuadriceps.

Viento y sol canario, descarnados elementos para volver a sentirme yo.