Si te adentras en un bosque cerrado, silencioso, misterioso, los caminos no acaban nunca.
Si apuestas por el verdadero triatlon, el que a muchos más nos gusta, la aventura nunca termina, porque los senderos del esfuerzo son un laberinto cambiante y sorprendente, de intrincado espesor por los que la luz traspasa a duras penas y convierte en verdadero descubrimiento cada jornada de competición.
Luchas no solo contra los competidores, sino contra un medio agreste, con la naturaleza más sorprendente, inquietante, cambiante; a eso lo llamamos muchos triatlon aventura, no por ello exento de competición, pero para algunos, mucho más vivificante que el otro triatlon; el litigio no es solo contra los demás competidores en liza, sino frente a la roca, la niebla, el viento e incluso la altitud…
Conviene no olvidar en este triatlon, el que como digo más nos gusta, no solo al rival, sino a las olas en forma de nubes, el vértigo en cada curva ó cada revuelta en los puertos, al corazón luchando frente a la fuerza de la tierra que nos atrae, con magnetismo irrefrenable…

La competición, en este punto, no es solo el hombre frente al hombre, sino hombre y naturaleza, en magnífica simbiosis, devueltos a la génesis de la guerra originaria.

Es esencial para nosotros ir montaña adentro en el albor de cada otoño. Solo esforzándonos en esta agreste serranía podremos, año tras año, alimentar nuestra motivación en el duro invierno para continuar renovando nuestro voto de Titanes.

Muchas gracias a Lu y a Jaime por su apoyo moral y por las fotos, que es ese gran recuerdo que siempre nos queda. Thanks.