A una cierta edad, es difícil reconvertirse y buscar más allá de las densas experiencias que nos otorgan el rostro que merecemos; La mirada. Los surcos al sonreír. El rostro afilado.

Hablar del destino es inútil. No hay destino. El destino, está en el pasado, en nuestro pasado.

Personalmente, no creo en el destino. Pero entiendo, que en nuestra vida, los derroteros que tomamos dependen de nosotros mismos y en parte también de los demás, de quienes nos rodeamos.

A este gran ser humano muchos lo conoceréis, y si no, si alguna vez tenéis la oportunidad, no dejéis de conocerlo. En este mundo de hoy, es difícil ser amigo de alguien. Carmelo es mi amigo, y lo cierto es que a menudo pensamos en cómo no fuimos amigos desde siempre, aunque nos conociéramos en 1998. De él depende en gran parte mi devenir en la vida , en mi vida de hoy, mi destino.

A veces dudo. Y mucho. Aunque haya gente que me haya calificado de gurú, bien con toda la mejor intención, ó bien de manera peyorativa, para nada lo soy. Un gurú, decía Saramago, no tiene ninguna duda y yo, todas las del mundo.

He oteado otros caminos, buscado otras maneras de expresarme, pero es inútil. Volveré a mi camino de siempre y espero seguir aprendiendo de todos y cada uno de los misterios que encierran aquel asfalto, la lava , el viento y el océano. De que elija este camino, ella también tiene la culpa.

Seguir luchando. Porque si no lo haces, ya no habrá juventud. Seguir acumulando horas de intemperie, de beberse el viento, porque, allá en la isla de tierra volcánica y casas blancas, me espera mi sexta camiseta de lava.