Correr no es tan solo un gesto atávico, desprovisto de todo significado; eso lo sabéis casi todos los que me leeis y casi no hace falta recordarlo. Conviene subrayar que correr, al menos para mi, no es algo tan solo mecánico, una mera actividad física, y la «manera» ortodoxa de correr ó de interpretar la carrera debería ser elevada a la categoría de arte ó institución. Todo grupo que se precie , entrena la carrera siguiendo la influencia del entrenador.En este caso, mi grupo gusta de ejercitarse pisando hojas de pinos, sobre todo cuando los días son largos y la luz permite, tanto al semiprofesional, como al corredor social, entrenarse a ultima hora de la tarde.
Martes y jueves, a partir de las 19.00 horas. Ese es el reclamo en la hoja de entrenamiento para acercarse en nuestra Talavera hasta la Dehesa de Valdellozo para pisar hojas de pinos; hasta allí suelo llegar ligero de equipaje, desde mi casa, a un escaso km. de los circuitos: un sombrero australiano como dicen mis pupilos, unos chinos, la bici y la mochila son mis escasas pertenencias hasta el punto de encuentro. Pueden ser cuestas, intervalos o simplemente cambios de ritmo. Los circuitos son casi inacabables, siempre bien señalizados y variando en las semanas. Reconozco mi debilidad: una concepción idealista del entrenamiento natural; pero no por ello fe ciega en una sola dirección del trabajo. Los procedimientos estructurados, la planificación, no está reñida con ciertos conceptos primitivos y así enterramos de un plumazo la imagen de «entrenador brujo» sustituyéndola por la de «entrenador pedagogo», sin renunciar a la acción, infaliblemente beneficiosa, de la naturaleza.

Estáis invitados, casi cualquier martes ó jueves, a partir de las siete de la tarde y hasta el ocaso, hasta que ya a mediados de agosto, los días comiencen a ser dramáticamente más cortos.

Allí nos vemos.