Los días pasan, despacio, pero no tan despacio como cabría pensar. Los últimos entrenamientos no son interminables; tal vez porque sigo gozando entrenando. Este es un Ironman para vivir emotivamente, sintiendo muy dentro todos los momentos.
Es distinto, sin duda, al del 98. Entonces yo era una isla en medio del océano. Nadie sabía en mi cuidad qué era eso del Ironman. Bueno, tal vez entonces muchos comenzaron a saber de la existencia del deporte triple y muchos entonces se subieron al tren, comenzaron a entrenar y ahora me arropan. Muchos entrenan conmigo y otros están y estarán pendientes.
El domingo corrí el medio marathon de mi ciudad, Talavera. Tranquilo, para acumular kms. y hacer el último «largo» de la preparación. Me di cuenta de que mucha gente me conoce y me anima, muchos saben que en unos días me voy a EEUU y que tomaré parte en la mítica prueba de Hawaii. Hace diez años eso era impensable.
Sara corrió y lo hizo muy bien, tercera absoluta, al final de la prueba posaba junto a otro Ironman, Ricardo, ahora en el dique seco pero amenazando con volver.
Lo dicho, Hawaii será una prueba muy emotiva, porque en cierta manera no será solo mi triatlon, sino el de mucha gente que corre conmigo. Como testimonio de lo que digo, la bandera que me han entregado mis cadetes y juniors del Tritalavera, pintada por ellos con algunas de mis «frases míticas» como ellos dicen y con sus gritos de ánimo plasmados. Intentaré entrar con ella en meta para que ellos también lo hagan, eso si, si Carmelo está en el momento adecuado y en el sitio justo para entregármela, allá, en el Alii Drive , mientras muchos de vosotros estaréis dormidos y otros muchos pegados a la pantalla de un ordenador.