Es fácil identificar e incluso encasillar a alguien por sus señas de identidad. En lo que a nosotros concierne, los tatuajes claramente nos encasillan en el apartado de hombres de hierro. Una moda al alza.

Reconozco que nunca me gustaron los tatuajes. Sobre todo los talegueros. Pero esas preferencias cambiaron cuando entré a formar parte de la familia de los Ironman. Bien, mi tatuaje , (el primero por arriba), lo llevo en el hombro derecho, y me propuse hacérmelo cuando lo ví en los hombros de los finishers hawaianos, allá por 1998, en Kona.

Mi tatoo vive en mi piel desde 1999.Cuando me lo hice, fue una especie de revolución entre mis acólitos, que una vez alcanzaron la meta de Roth, Klagenfurt, Lanzarote… imitaron mi decisión de marcar la piel de por vida.
Otros , como mi amigo J Vigaray, han tatuado en su cuerpo la hoja de helecho que representa aquel lugar que tanto aman y que también ha marcado su vida.
Por otro lado, están los que no gustan de tatuarse el cuerpo, pero , a la usanza de Javi Berasategui, llevan una alegoría en su bici, como si dijeran a gritos Mi sueño es Hawaii. La tija del sillín es de la bici de Carmelo Ruiz.

Pero puesto a elegir, me quedo con el tatoo de tobillo de Dani Arazola. Una obra de arte.

Eso si, si os preguntan de que secta sois porque todos lleváis el M-dot a fuego, nunca digáis secta, sino hermandad… pero de hierro.

Por último y a modo de mosaico, un muestreo de los tatoos que por ahí circulan, por cortesía de Talin.