He ordenado algunos de mis sentimientos , pensamientos y reflexiones, tanto propios como otros que algunos compañeros me transmitieron en nuestros largos entrenamientos, a menudo  cuando la prisa no nos condiciona y nos sentimos más amigables e inspirados.

He procurado captar, reteniendo a propósito, borbotones de sinceridad, de claro y diáfano sentimiento. Tal vez estos Pensamientos reflejen un cierto matiz de ingenuidad ilusionada, a menudo de melancolía, fruto del puro esfuerzo; abogo por una práctica deportiva metódica y cotidiana como estímulo de la meditación y la creatividad.

(I)

El hombre es como es,bueno en esencia, pese a los escépticos, destructivos y nihilistas. Puede envilecerle y mediatizarle la estructura irreal de nuestra sociedad de hoy, modelada para satisfacer los sentidos, y no para forjar la voluntad. Llegados al final del camino nos topamos con la certeza de la vida cerca de la naturaleza, que no hace peor nunca nuestras vidas, no daña, y nos muestra unos a otros como verdaderamente somos. Cuando entrenamos, suelo pensar en la realidad de lo que me rodea, en su certeza, lejos de la doblez , la hipocresía y las zancadillas que nos aguardan a menudo a nuestro regreso al hormigón de la urbe.

(II)

En la soledad del entrenamiento, a menudo recuerdo a mi padre, prematuramente desaparecido. A veces lo busco en el viento, en los árboles, en las aves viajeras. De él aprendí a amar todo lo humano, buscar la parte buena y amable de la vida,  y rodearme de gentes de toda condición.
Mi padre, que nunca comprendíó en toda su dimensión mi pasión por el deporte,pero que en secreto se enorgullecía de mis «carreras», marcó, sin él saberlo, mi adhesión a una actividad que despertó mi lado más humano.



(III)


Aprendí de mi hermano a conquistar lo inútil. Lo aparentemente inútil. Él, alpinista consumado, sabe como atrapar la belleza de la vida al vuelo, esforzarse largo tiempo por un momento de paz, de contemplación. Sabe empaparse de la vida para no lamentarse, llegada la vejez y la muerte, de no haber aprovechado los momentos de intensidad de la juventud y la edad madura.
Comprendí, admirándolo y escuchándolo, que la verdadera aventura vital está en nosotros mismos, en nuestras sensaciones y esfuerzo. Puede resumirse en alcanzar la cumbre de la montaña más recóndita , perdido en confines de silencio, ó en la paz y´el éxtasis de terminar un Ironman y su largo proceso de entrenamiento.
El y yo transitamos por caminos paralelos que confluyen en nuestra complicidad.


(IV)

Decía mi amigo X que no le preocupaba el futuro. Vivía el presente. Ciertamente, todos los fondistas comparten este sentimiento, en mayor ó menor medida. Olvidamos graves lesiones en cuanto restañan y comenzamos a sudar por los caminos. El pasado es como aquellos amores perdidos de la adolescencia, sencillamente desdibujados. Y el futuro llega sin estridencias, con la misma certeza que nos hace sentirnos vivos hoy.




(V)

Me lo dijo mi amigo X: No te disgustes, no abandones, si te estrellas contra barreras de limitaciones. Puedo hablarte de cientos de días entorpecidos, limitados, en los que tuve que emplear innumerables recursos para no caer en la comodidad ó el abatimiento. Si flaqueas porque tu cuerpo se resiente de tanta lucha, recuperate, cúrate y vuelve de nuevo, amando de verdad lo que haces y apartando de tu código vital la necedad en palabras y hechos. Puedes equivocarte, pero no olvides emplear las enseñanzas que destilan tus errores para cimentar tu búsqueda futura.   (…)