He tardado más tiempo del debido en contar las indescriptibles sensaciones vividas un 19 se septiembre , un día que seguro perdurará en mi memoria y en la de muchos.

Ese día amanecía muy temprano, a eso de las 6.00 a.m., viajaba a Madrid al Simposio de Entrenamiento por Potencia, organizado por Tamalpais S:L. , importador de Power Tap. Era un día especial, deseaba conocer y escuchar a Michael McCormack, del que tanto había óído hablar a mis amigos. Las charlas fueron muy sustanciosas , y sobre todo el coincidir con mis amigos del triatlon y algunos del ciclismo, con los que poder cambiar impresiones. Esto para mi es siempre un lujazo.

Ya terminado el acontecimiento y , mientras apurabamos los momentos charlando , una llamada al móvil: David Arroyo trasita escapado en un grupo numeroso;recordaba sus palabras en el telefono el día anterior, cuando me decía un tanto decepcionado que no creía ya poder conseguir ningún triunfo, pues la última etapa de batalla era la del día 19, y habían recibido órdenes estrictas de trabajar para Valverde. Así que un tanto escéptico, busqué una sala de hotel dónde poder ver los últmos kilómetros de la etapa e invité a algunos de mis amigos a acompañarme; en principio solo lo hizo el Piopo, Alex Santamaría.

Al llegar a la sala y sintonizar la tele, comprobamos que David ya transita escapado con un francés y un bielorruso, Kyrienka, un gran pistard este último. La cosa se pone emocionante cuando a 20 kms. de meta no los recortan. Comienzan a llegar los rezagados, (Dudu, Parrita y hasta el mismo M2, al que le explicamos que el que comenta es su amigo Alix y el que va escapado es mi pupilo…) Lo demás casí todos lo sabéis . Victoria a la defensiva, pero victoria al fin y al cabo de David y yo que acabo tirado en el suelo abrazado al Piopo que me da una y otra vez la enhorabuena.

Mi viaje de vuelta a Talavera fue con nervios, llamadas constantes y mi teléfono echando humo por los mensajes. En algún momento, por qué ocultarlo, alguna lágrima afloró en mis ojos. Era emocionante,una victoria en la Vuelta. Luego, por la noche, escuchar la voz de David entrecortada y feliz fue la única manera de calmar el espíritu y conciliar el sueño.

Sabado: viajo en un suspiro hasta La Granja, allí me recibe un Arroyo aún sin bajar de la nube, sonriente. En el camino desde el hotel al box del equipo, donde calentaría para la cronoescalada de Navacerrada, no damos un paso sin que pare a firmar autógrafos, fotografiarse ó saludar. Me confirma que está en una nube y que ha merecido la pena el esfuerzo de tantos años, (va para 14 años ya juntos, miles de kílómetros, sacrificios, cuidados y paciencia). Yo le digo que esto no es el final, solo el punto y seguido. Vendrán más, mejores momentos. Pero por un día, la felicidad nos invade y como el mismo me dice, «nos lo merecemos».
Yo lo diría de otra forma: te lo mereces, campeón.