Nos gusta que nos digan que andamos por camino equivocado cuando recorremos nuestro camino.

Nos gusta, porque sabemos , tanto ellos como yo, que los que yerran son aquellos otros que siguen desorientados… así también nos sentimos reafirmados.

Ellos, mis discípulos, gustan, como yo,de ejercitarse por los caminos, las dehesas solitarias, y por supuesto, sentimos predilección por la hierba blanda, como el musgo, la mousse , donde hacemos los multisaltos ó subimos cuestas, esos lugares que solo nosotros conocemos y en los que podríamos correr descalzos hasta en invierno.

Y después de un trabajo denso, alegre, dilatado pero llevadero, rodar en bici hacia los montes cercanos, ordenadamente, sin presión de los coches ó la prisa. En carreteras solitarias, ajenas al ruido.

Hoy fue duro y me duelen las piernas aquí sentado frente al teclado. Un dulce dolor que me es familiar todos los inviernos.

Ojalá haya muchos, muchos inviernos más.