Siempre hay muros que derribar: los imponderables, la incomprensión, la propia dificultad intrínseca a la actividad desarrollada.

Pero si nos lo proponemos, alcanzaremos cualquier meta.

Eso si, debemos luchar, ser fuertes, amar lo que hacemos, perseverar en los momentos más difíciles.

Y solo así, alcanzaremos el objetivo y tendremos todo el derecho a llorar de alegría.