Desde hace muchos años, siempre me gustó una frase que quise hacer mía desde que la escuché, y que leí en una vieja revista atlética de los años 80, en una entrevista al mítico millero toledano José Luis González: «hay que entrenar en dificultad para competir en comodidad». Por ello, siempre me gustó entrenar en circuitos dificultados, enrevesados, con cuestas, revirados, con mal firme… para luego en competición plasmar comodamente lo adquirido en jornadas empeñativas.

Lejos de asirme a la máxima del Galgo de la Sagra, me he dado cuenta de que ultimamente entreno en comodidad, por las circunstancias de mi vida, y de que esta vez y sin que tenga por qué servir de precedente, competi en dificultad. Es decir, mi mundo trastocado.

Aunque mi día duro no fuera tan duro… yo diría que ha sido el Ironman en el que menos he sufrido, mirándolo con absoluta serenidad. Previo a la prueba viví momentos muy difíciles, (la dificultad es un error días previos a la cita), un montón de problemas, problemas con la bici de Sara que estuvieron a punto de no permitirla correr, una odisea … al final, después de dos días de ir y venir, acabé en una tienda de Niza, La Roue Libre, con un mecánico que solucionó el desaguisado con los platos, (un problema al cambiar un plato incompatible de 38 dientes que nos sirvió durante meses , pero que comenzó a dar problemas días antes de Niza…), por un Sram que un mecánico de la feria me puso al revés y que luego al tratar de quitarlo trasroscó uno de los tornillos y tuvimos que quitarlos a base de black decker…)… los dos días antes estresados sin poder entrenar nada y con los nervios a flor de piel…¿para qué dificultad ahora casi en carrera???

Con tanta tensión, cuando comencé a pasarlo mal en la prueba me puse a caminar, mentalmente no estaba para Ironman ni para nada, entre otras cosas porque pasé dos días casi sin dormir por todos los malos rollos… así que ahí está el resultado, casi 4h. 50′ de marathon, me pasaba la gente hasta andando y no podía seguirlos. Me senté varias veces a contemplar el paisaje, el precioso paisaje de la Costa Azul matizado de triatletas… bueno, terminé a lo Beke andando y ya está, medalla de finisher y a otra cosa mariposa. Sara, con el estado de nervios tuvo problemas estomacales, diarrea la misma mañana de la prueba, luego vomitando y sin poder comer en la bici y aún así hizo el marathon corriendo… a eso se le llama correr tirando de grasas, porque si no es inexplicable. Bueno, una aventurilla para enmarcar.

De competir en comodidad, nada de nada. Una experiencia para seguir aprendiendo en un deporte, el triatlon, en el que siempre encuentras ocasiones , momentos, vivencias, con las que poder seguir creciendo.