«Las montañas no tiene por qué preocuparse; aún las amo»

Mick Fowler
Aquí están las montañas. A algunas hemos llegado, contemplándolas desde la base, engrandeciéndolas sin conocerlas, mitificándolas.
Otras , las hemos coronado y al llegar arriba, una sensación de silencio, de paz, de cierto vacío tal vez. Porque al llegar arriba, la montaña nunca parece tan elevada.

Me gustan las montañas. Los que me conocéis bien lo sabéis. En estos días una cierta añoranza me invade y recuerdo los días de verano en los Alpes, aguardando la batalla en L’Izoard, en el legendario EmbrunMan.

Sí, me gustan las montañas porque el camino hacia la cumbre es una ruta en solitario, escuchando tu interior, un camino de autodescubrimiento, como la propia maduración vital.

Tus ojos sueñan con las cumbres, y tu cuerpo llega un día hasta donde anhelaste, no hay mayor triunfo que este, vivir un sueño y paladearlo.

Pero nunca bajes la guardia, porque la cima no es la meta, sino la mitad del camino.

Restan pocos días para la batalla de Los Alpes; el día 15 mi mente estará con vosotros, los que miráis al cielo y no teméis el dolor. Materializar vuestro sueño en L’Izoard y, si es necesario, dar casi todo a cambio, aunque parte de vuestra alma se quede, para siempre, en el corazón de aquellas montañas.
Id a por ello!