Me mueve la propia vida.

El ritmo de los días, y más si cada amanecer me sorprende.

Un camino recorrido a veces lento, ó a toda velocidad , pero reparando en el paisaje.

Avanzar deprisa puede estar bien, dejando atrás lo prescindible,pero frenando a veces ,deleitándose en el trayecto.

Una existencia jalonada de viajes.

Cada viaje es una pequeña meta.

Cada meta un lugar en el que recrearse.

Hay una palabra para definir mi camino: Amor.

Solo revestido de el, puedo remover mi esencia, dar forma a los sueños, diseñar cada viaje, respirar la vida,insuflar de juventud cada minuto.

Un Amor eterno, latente, trascendente, que existe en mí disfrazado de cotidianeidad, actos materiales ó pensamientos.

Acabo de llegar, pero ya preparo mi próximo viaje. Y deseo disfrutar, sintiéndolo.