El domingo fue especial, una sensacion parecida a la de competir,con mariposas en el estómago, si , casi igual que cuando te enamoras…
El I Triatlon de Talavera es seguramente un sentimiento plasmado para muchos de nosotros; un sentimiento íntimo, albergado durante muchos años, casi en secreto, que se manifiesta y se comparte con tus paisanos, que ayer nos felicitaban cuando hace años nos preguntaban intrigados qué era eso del triatlon y nos miraban con cara de incredulidad
cuando, cargados con todos los trastos, íbamos de punta a punta de la península a competir, ó a la otra parte del mundo. Allá lejos, paradojicamente, no nos sentíamos tan extraños.
Aún así, días antes, pocos creían en la ciudad que el Triatlon fuera algo que fuera a representarse en nuestro Río Tajo, al que tanto hemos dado la espalda, del que tanto nos desvinculáramos en el pasado, dándole la espalda como si de una cloaca se tratara, y no un templo de vida; si, todo el mundo pensaba que estábamos gastando una broma y que, en realidad, la natación se haría en la piscina…¿cómo íbamos a nadar en el río? Y es que Talavera , aunque despierta de su letargo deportivo y va derribando tópicos, sigue siendo un pueblo grande, para bien y para mal .
Para poner la guinda al pastel, los que viven muy cerca de la Vega del Tajo, sus hijos, vencieron en la batalla deportiva. Fernando Alarza venció entre los hombres, pero junto a él lo hicieron por escuadras Andrés González y Dani Arriero. También estuvieron en los peldaños del reconocimiento , del podio, Javier del Pino en cadetes, Joaquín Alonso en sub23, sin olvidarnos de los demás, guerreros dignos. En chicas , todas subieron a ese podio por equipos ó en categorías… Patricia de la Llave, Micaela Hiniesto, Sara Fernández, María Guerrero, Isabel Moya… todos ellos, todas ellas son hijas e hijos deportivos de aquellos finishers de finales de los 90, aquellos que de cuando en cuando viajaban, (viajábamos), a tantas y tantas cruzadas deportivas a espaldas de un pueblo un tanto dormido deportivamente, pero que albergaba en sus latidos este despertar generacional.