Cuántas veces hemos escuchado que aprenderíamos más del sabio silencio que de la estridencia?? algo que no debemos desestimar en ningún campo, y menos en el deporte ó el entrenamiento, faceta en la cual, la observación, la repetición adecuada, el slow motion cobra una importancia crucial.

Aspecto que desestiman algunos entrenadores y atletas jóvenes, más preocupados por el rendimiento per se y el corto plazo, y que se niegan a la evidencia de que la técnica debe ser observada y ejecutada con baja exigencia, sobre todo en los primeros años de  formación, ó en momentos en los que resulta imprescindible la fijación del patrón adecuado.

Hay consejos lamentablemente desestimados ó ignorados, técnica abortada por la impaciencia ó mala canalización del «exceso de testosterona» esto por parte del deportista, y por otro lado,  error habitual: palabrería por parte del técnico, más preocupado por explicar por y para qué realizar un gesto ó una estrategia, que de corregir, observar y dejar fluir al deportista. Como sabiamente apunta el refranero, más valen quintaesencias que fárragos.

Los años enseñan que hablar demasiado ó excederse en la información, puede ser inapropiado, generando expectativas irreales. Como entrenadores, nunca debemos estar ansiosos en dar soluciones demandadas desde la premura. La perspectiva real del proceso solo se adquiere recorriendo primero el largo camino de ida , yendo y volviendo una y otra vez, pero nunca desde un mapa detallado que nos da claves pero no nos revela realidades.
 

Ofrezcamos ejemplo, constancia, estilo de trabajo en el tiempo, soluciones , esmerándonos en ser las mismas personas a través de los años.