La teoría y la historia nos decían que tal vez sí, que podía ser posible, que Giro y Tour podían ser afrontados en una misma temporada a un buen nivel. La historia nos habla de ciclistas que en épocas pretéritas consiguieron vencer en ambas rondas el mismo año, (entre ellos , mitos vivientes como Eddy Merckx, Bernard Hinault, ó Miguel Induráin) pero está muy claro que eran otros tiempos.
El ciclismo moderno penaliza el intento, por la cada vez mayor especificidad del entrenamiento, por la minuciosa preparación de los corredores, entre los que el margen en el rendimiento entre cada uno de ellos es cada vez menor, y por qué no decirlo, en nuestros días la recuperación orgánica y física no tiene margen para ningún atajo como podía suceder en el pasado, por los minuciosos y casi cotidianos controles antidopaje, que afortunadamente estrechan el cerco para los tramposos.
Necesitabamos experimentarlo de primera mano; sabíamos que en los últimos años los intentos habían sido vanos: Menchov vencía en 2008, pero solo pudo ser 50º en el Tour semanas después, pero…
David Arroyo preparó a conciencia el Giro 2011, el año posterior a su segundo puesto en el podio, y en una apuesta clara por la mejora, acentuó los aspectos más intensivos y específicos de su preparación, elevando su umbral funcional de potencia y al mismo tiempo presentándose en el prólogo de Venaria Reale con 2 kilos menos de peso que en 2010, una apuesta arriesgada pero que estimábamos como necesaria de cara a la necesidad de ser absolutamente competitivos: un FTP contrastado de 6,3 watios kg a pocas jornadas del inicio asi nos lo indicaba, su mejor estado de forma de siempre.
En el Monte Etna Arroyo sorprendió a no pocos analistas, respondiendo en primera persona y con suficiencia a los ataques de Nibali y aguantando con los mejores, excepción hecha de Contador, que competía ya en otra liga. Pudo situarse a falta de jornadas durísimas en el 4º puesto de la general. Paulatinamente David podía mantenerse en los primeros puestos, pero perdía gas. Un Giro durísimo penalizaba su estricto peso, limando reservas y vaciándole progresivamente. La apuesta ,arriesgada, falló, y el ciclista talaverano fue terminando la ronda con un acentuado catabolismo, constatado en la crono final de Milán, en la que solo pudo alcanzar niveles de rendimiento más propios de un entrenamiento que de una crono . 14º puesto, muy lejos de lo que augurábamos y buscábamos.
Con este panorama, y una pérdida de fuerza manifiesta por la neutralización de los procesos anabólicos, constatada en el gimnasio y en la ruta, nos situábamos a un mes de la salida del Tour.
Considero que la dureza extrema del Giro en esta edición 2011 necesitaba de al menos un día de recuperación por cada etapa disputada; esto nos sitúa en 20 días de descanso, sin margen para ninguna puesta a punto, y con la necesidad de recuperar los niveles de fuerza dilapidados y , de otro lado, mantener cierto trabajo de resistencia activa para no desadaptar. Difícil empeño.
Un trabajo de fuerza específico, dirigido y orientado a mejorar el anabolismo, descanso , y alguna competición a dos semanas del inicio del Tour han sido suficientes para terminar dignamente en el puesto 36º y con ciertas buenas sensaciones la Grand Boucle, pero nunca para ser competitivos. Otros tuvieron que abandonar prematuramente, víctimas del agotamiento por el Giro previo.
Las evidencias y la experiencia así nos lo aconsejan: solo un gran y exhaustivo esfuerzo al año en grandes rondas por etapas, el ejemplo de Lance Armstrong en los años de sus siete victorias podría ejemplificar todo lo expuesto.
Esta claro que hay que marcar un objetivo claro en la temporada. Que Giro mas bonito y emocionante el del 2010 nos brindo David.