Aquel que solo está preocupado por vivir, olvida fácilmente disfrutar de la vida

                                                                                           Max Stirner,Filósofo alemán , (1806- 1856).

Siempre fui un romántico del entrenamiento de resistencia, desde mis inicios como practicante sistemático de la carrera a pie, hace ahora unos 37 años, y más aún desde mis primeros años como entrenador, primero de corredores de mediofondo y fondo y después de triatletas, una vez que mi adhesión al triple deporte fue in crescendo.

Busqué a veces de manera febril un lugar lejos de la masificación,  alejado del ruido , el tráfico y la ciudad, una comunión del atleta con la naturaleza , un enclave que dispusiera de terrenos  variados para facilitar el entrenamiento (arena, terreno muelle tapizado de hierba o  musgo, colinas, bosques) así como aire puro y comida sana. También circuitos medidos que pudieran ir desde los 200 a los 1000 metros, y desde los que el entrenador pudiera observar, medir, cronometrar y percibir el esfuerzo del deportista con ojo avizor, (tan importante ese matiz y tan olvidado hoy).

 

Mis fuentes de inspiración siempre fueron muchas, pero hoy os hablaré someramente de Gosta Olander y de Völödalen. Y después,  de mi primer recreado Völödalen,el pueblecito de  Nuño Gómez, en la provincia de Toledo.

En este video en francés, verdadera joya audiovisual, podemos entender la filosofía del entrenamiento de Olander con imágenes de él mismo,  del entorno privilegiado , del musgo, de los circuitos, y hasta de los intervalos en un Campo de Entrenamiento para atletas franceses en los años 60, entre los que destacamos a Michel Jazy o Jean Wadoux. Lejos del mundo y lejos del ruido.

Olander (1893-1972) creció en Jamtland, y aunque no sobresalió en deportes competitivos, fue el primero en escalar la montaña más alta de Suecia, Kebnekaise, en invierno. Decidió establecerse a la edad de 38 años en Völödalen, arrendando un pequeño albergue de la Asociación de Turismo de Suecia (20 camas) . Durante las décadas de 1930 y 1940, con la ayuda de su esposa Olga, convirtió a Volodalen en «la meca de los atletas».

A últimos de los años 90 y primeros años del nuevo milenio, yo buscaba algo así ;  un lugar apartado, de aire puro y sabor campesino, un lugar no excesivamente lejano, para un retiro laboral, radiante, energizante, contemplativo. Un lugar para conseguir no ser solamente físicamente mejor, sino para ser mejor moralmente y que mis atletas también lo fueran.

Hoy os hablaré de un pequeño enclave, a tan solo 30 minutos de mi residencia entonces, Talavera de la Reina, un lugar al que estuve a punto de trasladarme contando con un centro de operaciones en un albergue , un pueblecito sito entre Madrid y Talavera , en una comarca bellísima pero bastante deshabitada en la que comencé en aquellos años a trabajar en circuitos y recorridos medidos, en  concentraciones de uno o varios días.

Nuño Gómez se convirtió en aquellos días de los años del nuevo milenio en mi Völödalen.

Un enclave ideal, un lugar  boscoso y de terreno variado, además con carreteras anexas sin tráfico, bien asfaltadas,  en zona rural y de bosque mediterráneo, con variedad de trazados, perfectas para ciclistas y triatletas. Convertir ese lugar en mi «santuario» era una idea que llegué a abrazar. Un sitio ideal para correr rodeado de encinares y alcornocales, campos labrados y floridos .

Entrenar  en ese entorno suponía y hubiera supuesto más acendradamente,  si lo hubiera elegido definitivamente como mi centro de entrenamiento, una liberación del cuerpo y mente,   por añadidura un plus de voluntad, sacrificio y motivación , una oferta diferente y auténtica para el entrenamiento en aquellos días.

Los avatares y los senderos de la vida no me llevaron por allí definitivamente; de cuando en cuando solía peregrinar, aunque fuera en solitario o con alguno de mis más fieles deportistas a recorrer aquellas veredas  o completar mi circuito de casi 29 kms. Pero aún hoy en mi hogar, a 1700 kms. de distancia, tengo un recuerdo nítido y entrañable de aquel mi primer Völödalen.

Continuará…