Carreteras de la comarca de Talavera de la Reina, agosto de 1999. Codo a codo con un joven ciclista de 19 años, recién ingresado en el campo amateur y que comienza a mostrar  maneras; él, a una semana de una vuelta por etapas de tres días , yo, casi 36 años entonces, en plena preparación para el Campeonato de España de Larga Distancia de Triatlon , (Ibiza), en el que , aún compitiendo mermado por un inoportuno proceso catarral, lograba poco tiempo después un 4º puesto absoluto.
Los kilómetros pasaban entre charla y confidencias, trabajando de forma consistente en zona aeróbica, a buen ritmo, bajo el duro sol del estío. A unos 14 kms de terminar tenemos una última subida, pasando San Bartolomé de las Abiertas y el río Sangrera, no más de un km. al 4-5% que subimos a marcheta, incrementando ligeramente la intensidad. Nos ponemos en paralelo y un poco antes de coronar cantamos nuestra frecuencia cardiaca. 140 pulsaciones para mi. 160 pulsaciones para él. «Lo normal«- le digo yo entonces- «ten en cuenta que te saco casi 20 años…«
Abril del año 2010; poco más de 10 años después. Ahora solo comparto ruta con él en sus días suaves de recuperación, esos en los que se pedalea de 2 horas a 2 horas y media para regenerar y pedalear charlando; en este caso ya, hablando él, yo contestando a menudo con monosílabos, frases cortas, o aprovechando la ventaja de ir a rueda para reflexionar en voz alta y que él me escuche. Llegamos al mismo punto de aquel día de agosto en nuestra ruta y , como en un flashback, me llega aquel momento vivido. Me pongo en paralelo y subo tratando de mantener nuestras ruedas delanteras al unísono; le pido que suba suave, muy suave, » venga, abuelo, que puedes«, me espeta en tono jocoso. «dale un lap al reloj, 280 watios medios, no más«, le digo. Al llegar al mismo punto de entonces, arriba de la colina, cantamos los pulsos. 160 pulsaciones para mi. 115 pulsaciones para él. «Lo normal«,  -dice divertido- «ten en cuenta que en 15 días arranca el Giro«.
Un mes y pocos días después celebramos su segundo puesto absoluto en la Corsa Rosa.
 
Enseñanzas, más bien constataciones,  que nos muestra el paso del tiempo. Habrá alguien que diga que cómo se consiguen esas adaptaciones.Brutales ciertamente a nivel central en un deporte como el ciclismo.  Maravillas del arte y la ciencia del entrenamiento.
Para conseguir esto a lo largo de un periodo prolongado de tiempo, se trata de hacer muchísimo trabajo de capacidad, trabajo lento y paciente, sustentado por trabajos de intensidad bien administrados y pautados, además de la necesaria construcción y sustento por medio del entrenamiento de la fuerza.
Siento cierta desazón cuando ahora veo a chavales jóvenes que quieren ser ciclistas ó triatletas haciendo mucho trabajo de intensidad desde que tienen 17 o 18 años, incluso antes. Y ese no es el camino.
Ese es el camino del abandono prematuro, y por supuesto, no es el camino para llegar al alto nivel a no ser que seas un prodigio, que los hay. El camino correcto es más aburrido tal vez, menos rutilante, pero al final ofrece mayores frutos.
Desafortunadamente, el camino que juzgo como equivocado tiene más luces atrayentes, y ofrece mejores resultados, bueno, yo diría «resultadillos«, a corto plazo.  Atrae más y ofrece mejores dividendos a oportunistas y desaprensivos que rodean a menudo al deportista.
Pero hay al menos algo, por no decir mucho más, en el horizonte de todo esto que digo. Formando fondistas de esta forma laboriosa, casi artesanal, se consigue salud, adhesión, no solo rendimiento. Es triste ver atletas lesionados y «quemados» prematuramente y que con 40 años están fuera del deporte, aborreciendo la actividad física, y con una salud precaria, obesos e incluso enfermos.
Deporte siempre y con fundamento. Este es el mensaje, el más esencial e importante, más allá de los resultados, que debe quedar latente en cada persona, en el tiempo , y para siempre