Dichoso puede decirse de aquel que, en la plenitud de su vida, ha gozado a manos llenas de la actividad que más cumple sus deseos. En estos días de subversión y de cambios violentos, cuando los valores básicos de hoy se convierten en los vanos y destrozados sueños del mañana, es cuando mejor puede apreciarse el valor de la doctrina que aconseja aprovecharse plenamente de la vida mientras haya oportunidad de hacerlo […] Nada puede alterar el hecho de que, por un solo momento, hemos realmente vivido.

Eric Shipton. Himalayista británico, (1907-1977).

 

Horizontes inacabados ; eran esas las dos palabras que mejor definían mi búsqueda. Y por ello, y como resultado de mis entonces cada vez más frecuentes viajes a las Islas Canarias, primero Lanzarote y unos años después, 2004 en Gran Canaria, comencé a imaginar y diseñar en mi mente un nuevo Völödalen. Un nuevo destino que no tenía musgo, ni casi bosques tapizados de verde, ni lagos, pero si tenía sol, océano infinito y  vivo, aire puro marino, arena, dunas, caminos solitarios, imponentes montañas…

Aún guardo en mi retina y casi un rinconcito del alma la llegada por vez primera a Gran Canaria. Lanzarote me había enamorado años atrás, pero tuve que llegar a esta isla para reencontrar algo que latía muy dentro de mi, esa absoluta y tal vez inexplicable conexión con un lugar.  Sus paisajes verdes al norte, el centro montañoso y las playas y desiertos del sur,  conforman un entorno natural espectacular y muy diverso . Una maravillosa isla de origen volcánico en la latitud perfecta.

Nada más aterrizar , un viaje en bici desde Pozo Izquierdo a Ayagaures. Subir desde Maspalomas por el valle hacia el interior fue para mi indescriptible: un conjunto paisajístico dominado por elementos pétreos, con laderas tapizadas de vegetación por las recientes lluvias y un gran brazo de agua que cruzaba el barranco en nuestra ruta y a veces nos hacía bajar de la bici.  Pinos, dragos y otras muchas especies, los pájaros y aves en un concierto estruendoso, los cultivos tropicales y subtropicales,  me hicieron sentir por momentos en un paraíso. El contraste con mi preconcebida idea de las islas, inequívocamente áridas como Lanzarote, se desvaneció. Aquel lugar comenzó a hechizarme.

Año tras año, conocer cada vez más esta isla en mis viajes de entrenamiento invernales fueron dando forma a la idea , cada vez más sólida, de establecer mi campo de operaciones a más de mil quinientos kms. de mi residencia de entonces.

A finales de 2014, por unas u otras razones recalé,  diría que definitivamente, en Gran Canaria . Mi enclave de entrenamiento es lugar hoy de cierto peregrinaje y acogida para los triatletas  que, sobre todo en la estación invernal, dirigen sus miradas aquí para renovar sus deseos y dar forma a los designios. Para mi, haber encontrado mi Völödalen es un ideal realizado ya que el deporte de resistencia, desde mi primera juventud, se convirtió en aquel prototipo de vida que, convertido en batalla existencial, materializó la búsqueda de identidad y libertad que siempre anhelé.

Aún así, no renuncio, con inquietud y curiosidad,a  la búsqueda de otros lugares, más perdidos y silenciosos, rodeados de salvaje naturaleza, para los próximos años. Parafraseando a Maurice Herzog, »  Hay otros Annapurna en la vida de los hombres»

Pero eso ya sería motivo para una tercera parte de «Mis Völödalen«