Estos días son más duros por la tristísima noticia del descubrimiento de una nueva trama de dopaje en el deporte español. Momentos duros, pero necesarios, para que en el orbe deportivo se termine algún día con esta locura.

Muchas son las voces que proclaman la imposibilidad de un deporte de élite libre del dopaje; muchos nos negamos a admitirlo y reclamamos un púlpito desde el que alzar la voz y manifestar nuestra verdad; la adhesión a unos principios fundamentales , que se eluden desde la más temprana edad en el deportista y se obvian en su formación , fomentando, por tanto , un perfecto caldo de cultivo para que la lacra tome cuerpo.

Un deportista no es solo entrenamiento físico y eso es algo que casi todo el mundo, incluso los entrenadores, olvidamos; desde los estadíos más básicos de su formación, es primordial establecer valores que no solo servirán para discernir lo que es positivo y lo que es negativo, al igual que cuando educamos a un niño debemos cultivar cotidianamente su educación, tendente a diferenciar lo que social y moralmente es plausible y lo que es reprobable.
La educación social y moral de los atletas es parte inseparable del entrenamiento físico y eso es algo que la sociedad en general y los entrenadores en particular hemos obviado. Esa educación social y moral determinará el comportamiento del deportista frente a las normas, su elección en las encrucijadas vitales, una conducta consciente y coherente con las reglas, su disciplina y su voluntad.

Un deportista no es solo marcas, dinero, marketing. Un deportista tiene una tarea dentro de la sociedad. Tristemente, muchos lo han olvidado. Se necesita de una disciplina consciente dentro y fuera del deporte y los entrenadores tenemos una crucial responsabilidad, ya que nuestro ejemplo personal es uno de los factores más determinantes en la educación ética de los atletas. Se necesitan entrenadores que sean verdaderos educadores en valores, con gran autodisciplina en el campo deportivo y social, organizados, comprometidos, puntuales y solo así podremos crear las condiciones necesarias para que los jóvenes abandonen los atajos, el materialismo, el utilitarismo y la necedad.

¡Cuantos valores se forman durante el entrenamiento! que gran vehículo es el trabajo cotidiano para reconducir el carácter y modelar la voluntad, para formar verdaderos deportistas alimentados en un verdadero sentido de la responsabilidad y la gratitud hacia quienes los apoyan ó sustentan.


Si somos conscientes de esto y trabajamos sin descanso,conseguiremos sanear nuestro deporte y darle el verdadero sentido que debe tener, alejándonos de las estrategias caducas de aquellos que ya poco tienen que aportar.

Camaradería, comportamiento justo y amistoso por parte del atleta, además de corrección, honestidad,voluntad inquebrantable, espíritu de trabajo inagotable, humildad y optimismo, he aquí la mejor receta frente al horrible dopaje.