Después de Hawaii y su resaca, la vida sigue. Siempre hay vida ahora, y más allá, claro está , también. Para el deportista de a pie, ese individuo normal maniatado a menudo por las responsabilidades de clase media , en una familia de clase media , atrapado a menudo por un sinfín de problemas, contradicciones y soñando siempre con un , a los ojos de sus allegados, imposible.. también hay vida e ilusion.

Seguro que ninguno de vosotros que me leeis, sois hombres excepcionales, ni poseis un talento excepcional para no rendiros; tal vez como yo mismo. Pero tampoco sois de los malos, y también a buen seguro que tratáis día a día de ser mejores deportistas y personas. Como yo mismo.

Cada uno de nosotros tenemos una montaña que escalar y no buscamos la cumbre de la montaña de nadie en particular, sino la cima de nuestra montaña; ningún ser humano es mediocre, sea cual sea el campo en el que se mueva, ó en el que busque su virtud; por infinitamente imperfectos que parezcamos, cualquiera de nosotros seguimos siendo una maravilla de la creación.

La clave es solo una: encontrar nuestra montaña; de lo contrario, competiremos con personas que ni tan siquiera participan en nuestra misma carrera. No convirtamos todos los aspectos de nuestra vida en una competición sin fin, pero encontremos aquella faceta que nos haga realizarnos.

Mi montaña es el triatlon, y mi cumbre ha sido y es Hawaii. He llegado a hollar su cima en dos oportunidades y quién sabe si alguna vez más lo haré; para ser sincero, lo he soñado despierto. Para mi ese camino es perfecto y la meta incomparable; y en el ciclo que comienza, la montaña está de nuevo ahí, pidiendo que la suba, simplemente ahí, retándome; y para ello, allá por el inicio del verano, volveré a enfrentarme a la Distancia, la que yo siento como verdadera.

Niza espera.