Durante estos primeros días del verano, deshojo la margarita… mientras me recupero de los días en Niza y comienzo a entrenar poco a poco.

En algo más de dos semanas estaré en Pálmaces. Mi reencuentro anual con una de mis pruebas preferidas, pese a que la natación sin neopreno a mi personalmente me penalice bastante.
Y el 8 de agosto espero viajar a la Vieja Castilla, a Aranda de Duero, para participar en el Jabalíman, aunque no lo tengo muy seguro aún por coincidencia con algunos asuntos personales. Por qué el Jabalí? pues seguramente porque para mi supondría vacunarme contra la masificación que tan poco me gusta, pero que tanto se va instaurando en nuestro triatlon de hoy. Sin duda, prefiero correr junto a 15o colegas en Aranda que frente a 2800 en Niza. Porque el espectáculo de tanto pelotón, aun cuesta arriba, me sigue dando grima.

El otro día Diego Velázquez, el organizador del Jabalí, nos envió una foto justo en la ribera del Duero, junto al lugar de la prueba, en la que está junto al inefable Cendón. Ambos representan el espíritu de esta prueba tan especial.